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Conoce a los torpígrados


Conoce a los torpígrados, ese extraordinario spin-off de la hibridación del sapiens con las redes digitales.

Los extraordinarios ositos de aguaLos tardígrados son unos animales invertebrados muy pequeños, de apenas medio milímetro de longitud, pertenecientes al filo de los ecdisozoos. Tardígrado significa “de paso lento”, del latín tardus, lento y gradus, paso, nombre que reciben por su lentitud, aunque también son conocidos con un apelativo que suena más cariñoso: los ositos de agua. Los tardígrados llevan habitando la Tierra desde el Cámbrico, hace unos 500 millones de años, un periodo de tiempo muy superior al de los primates cuyos patriarcas se remontan al Cretácico superior, hace apenas unos 65 millones de años, el homo sapiens apenas 0,3 millones. Con más de 1.000 especies identificadas, los tardígrados suelen vivir en musgos, líquenes o helechos, aunque también se les encuentra en océanos y aguas dulces, en sitios tórridos y lugares helados. Hay tardígrados, virtualmente, en todas partes. ¿El secreto? Su enorme capacidad de adaptación, una resistencia tan extraordinaria que les ha hecho merecedores del adjetivo extremófilo, utilizado en biología para referir aquellos organismos capaces de resistir unas condiciones extremas. La capacidad de resistencia de los tardígrados es legendaria; pueden sobrevivir en el vacío del espacio, pero también son capaces de soportar presiones altísimas, de hasta 6.000 atmósferas (unas 6 veces la presión que existe en el fondo de la fosa de las marianas, el área más profunda de los océanos de la Tierra). Resisten temperaturas que van desde -200°C hasta 150°C, además de soportar deshidrataciones prolongadas: pueden pasar hasta 10 años totalmente deshidratados para volver a rehidratarse sin problemas. Tampoco parece afectarles la radiación ionizante.Conoce a los torpígradosDurante el Idioceno se ha observado la evolución de un nuevo género bípedo de la familia de los homínidos, los torpígrados, cuyo nombre hace referencia a su “paso torpe”, del latín torpis, feo, indecoroso (físico o moral) y gradus, paso. Los torpígrados muestran unas asombrosas coincidencias con los tardígrados entre las que destaca su extraordinaria resistencia, en este caso al conocimiento.Si los sapiens, del latín “sabio”, deben su nombre a su amor por el conocimiento, este peculiarísimo spin-off surgido durante el idioceno de la hibridación de los sapiens con las redes sociales y los medios de desinformación masiva ha desarrollado una extraordinaria resistencia al conocimiento gracias a una soberbia legendaria. Da igual lo que se explique, el nivel de detalle del razonamiento, el peso intelectual de quienes esgrimen los argumentos… hasta los hechos dan igual. El torpígrado siempre, siempre, SIEMPRE lleva la razón y conoce “la verdad”, porque él/ella se informa en medios alternativos. Su inteligencia, superior, le lleva a seleccionar vías diferentes para no caer en la trampa de los reptilianos, emperrados en hacernos creer en la esfericidad de la Tierra, en la diabólica agenda 2030, en virus chinos y en otras terribles mentiras como el calentamiento global, con el único objetivo de impedirnos ser “libres”. 

Y es que el torpígrado no cree, sabe. No opina, pontifica. Y tampoco duda, eso lo deja para los infraseres. El torpígrado ha abandonado el melifluo y timorato método científico sostenido sobre hipótesis y datos cuantificables, siempre acompañado de grados de error (¡qué horror!), para sustituirlo por el contundente método del pormishuevismo heredero del brandy soberano, esa bebida que siempre fue “cosa de hombres”. Como cosa de hombres “de verdad” es no proponer, sino imponer. Porque realmente, el moderno osito digital evolucionó desde la barra del bar, palillo y puro en boca, con copa de brandy sobre página central de "El MarKa", hasta el mismísimo metaverso que hereda sus algoritmos (o genes digitales).

Así, numerosas especies de torpígrados han derivado del padre esencial y aún estarían por catalogar, adaptadas a una amplísima variedad de situaciones y a culturas de lo más diversas. Eso sí: todas comparten entre sí un profundo amor por lo extremo, por la exageración, por la hipérbole, por el todo o nada, por el conmigo o contra mí, por los muy infantiles “pues me enfado y no respiro”, “no te escucho cara trucho”…
Una de las características más peculiares de las especies de torpígrados es su forma de supervivencia por simbiosis mutualista. Unas especies se benefician de las otras para crecer y multiplicarse, cual si fuesen esporas. Los torpígrados se reproducen de una manera nunca antes vista en una especie de mamíferos. Al igual que los tardígrados, los torpígrados también se han hecho dignos merecedores del adjetivo extremófilo. En las redes pontifican sus verdades abusando de negritas y MAYÚSCULAS, e insultan, ¡IMBÉCIL!, a la primera de cambio. Ni se te ocurra insinuar que, tal vez, podrían estar equivocados en algo; los torpígrados son gregarios, se mueven siempre en pandilla y muestran una irrefrenable tendencia a apedrear digitalmente a quien ose disentir de uno de los suyos. Salvo por una cuestión de interés antrotorpilógico, lo mejor es ignorarlos o directamente bloquearlos, versión digital del clásico recurso “ojos que no ven, corazón que no siente”, tan reconfortante en esta época de gran decadencia. De hecho, en su agitado e incansable desempeño por las redes sociales el torpígrado ha desempolvado la duda metafísica del huevo y la gallina en una renovada versión digital. ¿Fue antes el torpígrado o el bot?Llegados a este punto es necesario hacer una puntualización: que nadie busque una correlación directa entre el gen mutante torpígrado y los títulos académicos “oficiales”, porque no existe. Hay muchísimos sapiens que no han disfrutado de formación alguna pero su humildad y sentido común les han permitido aprender de la mejor escuela que existe, la escuela de la vida, exactamente igual que los que pudieron estudiar. A estos sapiens, la humildad les ha hecho permeables al conocimiento, a la par que les ha inmunizado contra el gen torpígrado. Por el contrario, hay muchas personas con títulos (y titulitis) que, aunque entraran en la universidad, la soberbia impidió que la universidad entrara en ellas, dejándolas expuestas al gen torpígrado.   Por alguna razón aún en análisis hay carreras que parecen predisponer para que el gen torpígrado se afiance; es un hecho observacional que entre los economistas llamados a sí mismos “liberales” los torpígrados son multitud. 
Otro hecho observacional, contrastado y contrastable, es el amor que muestra el torpígrado por la historia, que reinterpreta eso sí a su manera. Siempre prestos a entablar una cruzada, entre los lemas favoritos de alguna de las especies de torpígrados de más arraigo en la península ibérica, se encuentra el legendario “Santiago y cierra España”. Ignoramos si igualmente creen necesario rescatar Jerusalén de los infieles, pues su posicionamiento con lo que ocurre en Tierra Santa en estos momentos nos tiene algo despistados.

Comentarios

  1. jajajajaja....bueníííísimo....jajajajajajajaja !!!!!

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  2. 🤣😂🤣😂🤣😂🤣
    Muy bueno...
    Te has superado.
    Solo falta uno sobre los aviones y los chemtrails.....

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  3. Los torpígrados se reconocen mutuamente y se retroalimentan entre si

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